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El Paraíso

(2023 - 2024)

Entre la luz dorada del atardecer y las volátiles nubes de tierra de una ciudad en el desierto, es imposible no voltear a ver un carrito lleno de plantas del que cuelga un esqueleto de plástico sin piernas, fotografías enmarcadas y un manojo de cachivaches que bailan al avanzar.

El carrito se llama “El Zapato Volador”, me comenta Don Antonio Picasso cuando me acerco para preguntarle si puedo tomarle unas fotos. Entre los ladridos de su fiel asistente Zumbido, me dice que lo usa para transportar y vender plantas de un vivero que está más adelante en esa misma calle de la colonia Murúa.

Mientras más observo al Zapato Volador, más detalles descubro dentro de su caótico orden y florece en mi memoria el verbo “Tijuaneado”, un verbo acuñado en la compra-venta de carros usados en la frontera para añadirle plusvalía al estado de estos y decir que no ha sufrido los estragos de transitar en las calles de Tijuana: “No Tijuaneado”. Verbo que también usamos para describir los estragos y la erosión emocional que la ciudad provoca en quienes la transitamos.

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La personalidad única y lúdica de Don Picasso se manifiesta entre el follaje de El Zapato Volador: escarabajos de plástico, un letrero de diamantes de fantasía que dice “graduado” en inglés, y una caricaturesca araña gigante. Mientras me presenta a su segundo asistente canino, Sorullo, me cuenta con orgullo que él construyó su carrito desde cero y lo ha mantenido durante décadas. Veo mucha Tijuana en la enredadera de plantas, juguetes e improvisaciones con las que ha adornado su carrito a lo largo del tiempo.

Entre las fotografías enmarcadas con madera reciclada, son evidentes las raíces del cariño que Don Picasso siente por su vehículo y las memorias de los lugares que ha recorrido con él. Al observar las fotos de Don Picasso posando junto al Zapato Volador en sus versiones anteriores, con menos modificaciones, y una foto de “Fantasma”, otro perrito que debió haber sido su asistente anteriormente, puedo dimensionar los años que ha rodado con su vehículo.

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“¿Me regalas una foto cuando las imprimas? Me gustan las fotos, una vez me tomaron una para la campaña de ese político… no me acuerdo cómo se llama, el que quedó en silla de ruedas. Ahí atrás está la nota del periódico”. Muy agradecido con Don Picasso por dejarme tomarle fotos y por el grato encuentro, me comprometí a llevarle la foto y nos despedimos con un apretón de manos.

Meses después, cuando finalmente pude trabajar e imprimir las fotografías, llamé al vivero El Paraíso para localizar a Don Picasso, pero me informaron que había regresado con su familia a Guadalajara, de donde es originario.

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Intranquilo por no poder entregarle sus fotos a Don Picasso, revisé muchas veces estas fotos, y las fotos dentro de las fotos. Mientras más características tijuanenses le encontraba a la personalidad del carrito y bosquejaba un breve texto del encuentro, un detalle no me dejaba en paz para contextualizar lo que había recorrido el Zapato Volador: la enmarcada nota de periódico con el título “Una Ciudad con Orden”, donde aparece una fotografía de Don Picasso con El Zapato Volador. Esta nota pertenece a una de las tres fallidas campañas por la alcaldía de Tijuana por la oscura figura política de Julián Leyzaola.

Leyzaola es un exmilitar y político que fungió como secretario de seguridad en Tijuana de 2008 a 2010, bajo la alcaldía del panista Jorge Ramos. Este período fue especialmente sangriento debido al inicio de la mal llamada 'Guerra contra el Narco', decretada por Felipe Calderón, en la cual Leyzaola fue un actor clave para la militarización.

Controversial por sus declaraciones de mano dura, autoritarias y paternalistas, acordes al discurso oficial de Calderón, Leyzaola prohibió a Los Tucanes de Tijuana presentarse en la ciudad bajo el argumento de que “los narcocorridos dañan la mente de los jóvenes”.

Las declaraciones son solo la punta del iceberg: durante su período murieron más de 50 policías municipales, y se presentaron 25 denuncias de tortura cometidas por el propio Leyzaola contra al menos 25 policías, quienes fueron ilegalmente retenidos por días con la intención de que se autoincriminaran en crímenes inventados y de ser parte de grupos criminales. Intentaba construir una narrativa de éxito, con historias falsas, para que Felipe Calderón Hinojosa lo señalara como un ejemplo a seguir.

Estas denuncias de tortura fueron investigadas y comprobadas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

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A pesar de ello, el poder empresarial felicitaba al teniente coronel. Aunque la percepción era que la violencia disminuía, la criminalidad no se reducía realmente en la entidad, sino que se desplazaba a las zonas más pobres, una especie de gentrificación de la violencia.

Al términar su periodo como alcalde, Jorge Ramos fue contratado como asesor de empresarios en Ciudad Juárez y recomendó al alcalde Héctor Murguía (PRI) que incorporara a Leyzaola como Secretario de Seguridad Pública. El acuerdo pasó por el visto bueno del gobernador César Duarte (PRI) y la bendición de Felipe Calderón (PAN).

En marzo de 2011, Leyzaola fue nombrado titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Ciudad Juárez a pesar de las múltiples denuncias por tortura. A finales de ese mismo año, la sindicatura del ayuntamiento de Tijuana acreditó las violaciones a los derechos humanos por tortura, abuso de autoridad y uso excesivo de la fuerza pública, inhabilitándolo por 8 años para ejercer cualquier cargo público en Baja California.

Convenientemente situado en Ciudad Juárez, Leyzaola continuó y concluyó su periodo como Secretario de Seguridad Pública. Sin embargo, en Ciudad Juárez tampoco estuvo exento de turbulencias: se abrieron 115 averiguaciones previas por abusos, 15 de ellas por homicidio.

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“Yo digo, siempre hay que tirar a la cabeza, porque si no los matas los dejas locos” dice Leyzaola, riendo orgulloso de su ocurrente frase en una entrevista.

En 2015, en Ciudad Juárez, sufrió un atentado con arma de fuego que lo dejó sin poder usar las piernas, quedando permanentemente en silla de ruedas.

A pesar de haber sido inhabilitado para ejercer en el estado de Baja California, mediante amparos logró postularse como candidato a la alcaldía de Tijuana en 2016 con el PES. Por fortuna, perdió. Lo volvió a intentar de nuevo en 2019 con el partido PRD, y nuevamente perdió. En 2021, buscó la alcaldía por tercera vez, nuevamente con el PES, y una vez más fracasó.

Sin embargo, sus fallidos intentos sirvieron como abono para negociaciones con las facciones políticas que mantienen un cacicazgo en Baja California.

Durante y después de todos sus intentos de llegar a la alcaldía, los grupos de élite económica continuaron dándole reconocimientos y su apoyo. Esto incluyó un comité que respaldaba a Leyzaola; irónicamente, el comité se presentó en público sin Leyzaola, ya que en ese momento había 60 acusaciones en su contra por el delito de tortura. Ernesto Ruffo también manifestó solidaridad con Leyzaola y pidió a los Baja Californianos que lo apoyaran. ¿Porqué el primer gobernador panista en México expresaría su apoyo a Leyzaola, quien militaba en otro partido político en ese momento?

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No es sorprendente que en un país con tanta impunidad, Leyzaola no haya rendido cuentas. Este escenario es cada vez más lejano, pues en 2023 Leyzaola se reunió con Marina del Pilar, gobernadora en turno, en una reunión muy simbólica donde se le otorgó un “perdón” y un baño guinda de pureza. Marina del Pilar no es ajena al saltimbanqui partidista; su corta carrera política inició en el PAN y, junto a su esposo Carlos Torres, pertenecen a una cúpula privilegiada de dicho partido. Felipe Calderón fue padrino del primer matrimonio de Carlos Torres.

Meses después de esta reunión, el precandidato a la alcaldía de Tijuana por Morena, el exboxeador Erik “Terrible” Morales anunció que Leyzaola sería su secretario de seguridad. Pero al no concretarse la candidatura de Morales y ante el anuncio de que Ismael Burgueño sería el abanderado de Morena para la alcaldía de Tijuana, Leyzaola fue transferido convenientemente a esta campaña.

No es ninguna sorpresa que la presentación de Leyzaola como parte del equipo de Ismael Burgueño haya sido ante empresarios en la Cámara Nacional de Comercio.

Finalmente, Leyzaola encuentra un lugar seguro para ocupar un cargo público de nuevo, bajo el cobijo de un partido que cada vez más se aleja de la desmilitarización que prometió hace seis años y que, con un exceso de pragmatismo, negocia e incorpora lo peor del espinoso sexenio de Calderón.

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Encontrar esta nota propagandística de Leyzaola en El Zapato Volador es como una flor marchita en el peculiar jardín rodante que me encontré, pero es un contexto imposible de ignorar ahora más que nunca, a pocos días de las elecciones de 2024, donde el regreso de Julian Leyzaola como secretario de seguridad de Tijuana parece prácticamente seguro.

 

Tijuana, un paraíso para aquellos que la ven como un campo fértil de memoria efímera, quizás porque quienes la habitamos estamos de paso. Es un paraíso para el poder fáctico y las cúpulas políticas que cambian de colores partidistas según convenga.

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Regresé al vivero El Paraíso con las fotos impresas de Don Picasso y su Zapato Volador. Allí, me compartieron más detalles sobre el regreso de Don Picasso a Guadalajara: “Un amigo suyo le tomó una foto y la compartió en Facebook. No sé cómo, pero su familia en Guadalajara, que tenía muchísimo tiempo sin saber de él, lo ubicó y vinieron por él para llevárselo con ellos. ¡Don Picasso tenía como 30 años aquí en Tijuana! Nosotros le dábamos chance de que se quedara aquí en el vivero”.

También me contaron que Don Picasso prometió regresar a visitarlos, así que les pedí si podía dejarles las fotos para cuando eso sucediera. “Y si no nos visita pronto, se las mandamos por paquetería”, me dijeron sonrientes.

La compleja Tijuana también es un paraíso de la amabilidad que florece entre los extraños con los que uno se topa. Llena de excentricidades tan caóticas como la misma ciudad, con brotes de personajes cuyas historias únicas parecen sacadas de una película. Es una flor en el desierto, sobreviviendo la erosión causada por los grupos fácticos de poder.

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 © 2024 Mario Tapia

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